...Sólo era cuestión de esperar y desear que la suerte me acompañara.
La escena la tenía: el columpio,
la luz también, una luz dura y limpia que silenciosamente bañaba el lugar,
y para finalizar,
unas sombras (en un parque siempre hay críos dispuestos a dejar volar sus sueños).
Ahora, y si ninguna nube o madre me lo impide,
a esperar,
como decía Henri Cartier-Bresson,
La escena la tenía: el columpio,
la luz también, una luz dura y limpia que silenciosamente bañaba el lugar,
y para finalizar,
unas sombras (en un parque siempre hay críos dispuestos a dejar volar sus sueños).
Ahora, y si ninguna nube o madre me lo impide,
a esperar,
como decía Henri Cartier-Bresson,
a esperar el momento decisivo,
la alineación en el espacio, de la luz y la sombra.
Llegados a ese punto,
la alineación en el espacio, de la luz y la sombra.
Llegados a ese punto,
el proceso fotográfico debería estar listo,
y todo aquello que no hubiera pensado, analizado y decidido antes,
ya poco podría hacer
desde el momento en que mi cerebro
diera la orden y la punta de mi dedo
descendiera hacia el infierno.
A partir de ese momento,
todo quedara en manos del
proceso mecánico-eléctrico que se pone en marcha
para llevar a cabo
la eternización de ese momento;
mi suerte estaba echada...
y todo aquello que no hubiera pensado, analizado y decidido antes,
ya poco podría hacer
desde el momento en que mi cerebro
diera la orden y la punta de mi dedo
descendiera hacia el infierno.
A partir de ese momento,
todo quedara en manos del
proceso mecánico-eléctrico que se pone en marcha
para llevar a cabo
la eternización de ese momento;
mi suerte estaba echada...
...¿Y la de ellos?,
que juegan a la sombra de la vida,
ajenos a las movidas de nuestras neuronas;
tal vez siempre fue así,
y si ese fuera el supuesto caso,
¿hacia donde mirará el último?...
que juegan a la sombra de la vida,
ajenos a las movidas de nuestras neuronas;
tal vez siempre fue así,
y si ese fuera el supuesto caso,
¿hacia donde mirará el último?...
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